A pesar de que los
hechos vienen demostrando lo contrario en multitud de ocasiones, el mantra de
que los empresarios arriesgan y por eso se quedan con la riqueza generada por
los trabajadores sigue siendo uno de los principales argumentos de defensa del expolio
legalizado que los capitalistas realizan contra los trabajadores. Bajo el
manido mensaje de que quien más arriesga debe tener un mayor beneficio, los empresarios llevan años robando la
mayor parte de la riqueza generada por los trabajadores. Pero, ¿es verdad
que arriesgan los empresarios?
Habría que matizar
que la clase capitalista es heterogénea y que no todos los dueños de empresas
tienen el mismo peso en la economía global. Un autónomo que tenga una panadería
pequeña tiene un impacto mínimo en la economía en comparación con los dueños de
Amazon, Google, Inditex o BBVA por poner sólo algunos ejemplos. Las grandes
empresas cada día concentran más mano de obra y la concentración en monopolios
puede comprobarse rápidamente al echar un vistazo, por ejemplo, a todas las
fusiones bancarias que se han dado en el Estado español en los últimos años.
Estas grandes empresas son las que más beneficios generan, las que más
dividendos reparten entre sus accionistas y, por norma, las que más explotan a
sus trabajadores. ¿Arriesgan mucho los
dueños de estas empresas?
Sólo recordando el rescate bancario que ha costado, al
menos (puesto que la cantidad se va actualizando al alza conforme pasa el
tiempo), 101.500
millones de dinero público, es fácil entender lo poco
que han arriesgado los accionistas de esos bancos, que cuando estaban a las
puertas de quebrar fueron rescatados. Riesgo cero.
Otro caso llamativo
es el de la empresa ACS, de Florentino Pérez, que ya en su día tuvo que ser
indemnizada por el Estado con 1.350 millones de euros por la inviabilidad del proyecto
‘Castor’, o los 485 millones
que esta misma empresa podría reclamar al gobierno si la obra del AVE de El
Pertús resulta económicamente inviable.
¿Qué le ocurriría a
una familia trabajadora que se embarcara en la compra de una vivienda y que por
motivos ajenos a su voluntad no pudiera pagar la hipoteca porque resultara
“económicamente inviable”? No hace falta ser adivino, basta con echar un
vistazo a la prensa para ver cómo a pesar del gobierno “más progresista de la
historia”, continúan los desahucios de familias
trabajadoras.
También es fácil
ver la enorme cantidad de dinero público
que los gobiernos de turno transfieren a manos privadas a través de las
diversas subvenciones que, bien a través del Estado,
bien a través de la Autonomías o gobiernos locales o a través de la Unión
Europea, las grandes empresas acaparan.
Como no podía ser
de otra forma, NTT Data es experta en chupar del bote del erario público, estando bien situada en la industria militar a
través de ‘puertas giratorias’. Pero como no sólo de
armas vive el hombre, NTT Data diversifica el dinero público que recibe.
En julio de 2021 podíamos leer en los
medios que el Ayuntamiento de Madrid iba a crear una Escuela de Talento Digital, en colaboración
con la por entonces Fundación Everis
(ahora NTT
Data Foundation). En la presentación, Begoña Villacís, vicealcaldesa
de Madrid, destacaba la importancia de la colaboración público-privada, "crucial en este proyecto”, un
concepto que no es más que la forma de disfrazar que se va a invertir dinero
público para que una empresa privada obtenga beneficios.
Ese mismo mes se
anunciaba también el Proyecto Nereo, un proyecto piloto para
fomentar el ocio saludable financiado por la Comisión Europea y desarrollado
por El Ayuntamiento de Benidorm de la mano de NTT Data.
Sólo en el mes de agosto de 2021, una UTE (Unión Temporal
de Empresas) de NTT Data con Siemens
conseguía una adjudicación de 38,4
millones de euros de la Administración Pública, siendo una de las mayores adjudicatarias de dinero
público.
En noviembre de
2021, el gobierno adjudicaba a otra UTE, esta vez entre NTT Data y Oesia, la gestión de la digitalización de las pymes por 11 millones de euros.
En junio de 2022 se
publicaba la adjudicación de un contrato de 77 millones de euros a NTT Data por parte del Ayuntamiento de Madrid para “la prestación de servicios en los
diferentes canales de atención a la ciudadanía”.
Esto es sólo una
muestra de lo que ha aparecido en los medios, que no es más que la punta del
iceberg de la cantidad de dinero público que empresas privadas como NTT Data
reciben por parte de las administraciones públicas. Ese es el ‘riesgo’ que
corren los accionistas de esas empresas, las cuales son mantenidas con dinero
público y, cuando la cosa va mal, son
rescatadas con ese mismo dinero público, como el último ejemplo de Abengoa.
Para quien pudiera
pensar que todos estos contratos han sido conseguidos en libre competencia con
otras empresas, basta tan sólo mostrar un par de ejemplos para desmontar este otro mantra del libre
mercado.
En agosto de 2018, la Comisión Nacional de
los Mercados y la Competencia (CNMC) sancionaba con un importe total de 29,9 millones de euros a 11 empresas informáticas, entre
ellas NTT Data (entonces everis), “por crear un cártel en el suministro de
servicios de informática y tratamiento de datos a la Administración Pública”.
En marzo de 2022, la Autoridad Vasca de la
Competencia (AVC) comenzaba una investigación a 13 empresas informáticas, NTT Data entre ellas, por "prácticas colusorias" en sus
contratos con el Gobierno, habiendo ya en el pasado sancionado a otras empresas
por una trama en la que algunas empresas “conocían
los concursos antes de que se hicieran públicos y se los repartían con la presentación
de ofertas simuladas”.
Así es cómo estas
grandes multinacionales copan el mercado, eliminan la competencia y acaban
acaparando todo el dinero público que pueden, desmontando por completo el
argumento del riesgo empresarial y la libre competencia.
Y mientras estas
empresas acumulan beneficios millonarios, sus trabajadores siguen sumidos en la
miseria, con congelación salarial o, en el mejor de los casos, subidas
irrisorias muy por debajo de la subida del IPC, lo que hace que cada año que
pasa pierdan poder adquisitivo. Esta es la lógica del capitalismo, empobrecer a trabajadores para hacer millonarios a una
minoría parasitaria.
Los trabajadores tenemos una disyuntiva que no podemos esquivar. O nos organizamos desde ya para defender nuestros intereses colectivos como clase, o los empresarios seguirán acumulando riqueza a costa de nuestra pobreza. No hay términos medios y no hay otra salida que la organización y la lucha. De todos nosotros depende revertir esta situación.