El pasado viernes 22 de septiembre, tras una jornada de huelga general en Grecia, su Parlamento, con mayoría absoluta de Nueva Democracia (el equivalente al PP en el Estado español) aprobó una reforma laboral donde se recoge la jornada de hasta 13 horas diarias y seis días a la semana. O lo que es lo mismo, una jornada semanal promedio de 78h que, además, podrán ser distribuidas a su antojo por los empresarios, con el único requisito de notificar esa distribución irregular a los trabajadores y trabajadoras con un plazo de 24 horas.
Además, esa reforma laboral criminaliza el derecho a la huelga castigando a los piquetes a penas de prisión y a los huelguistas a multas de hasta 5.000 € por bloquear la entrada a los esquiroles, y reduce la indemnización por despido, de tal modo que un trabajador o trabajadora podrá ser despedido en el primer año de su contrato sin previo aviso ni indemnización.
Hace más de 100 años la clase obrera, organizada bajo el principio de la lucha de clases, conquistaba la jornada de 8h al día y 40 horas semanales. La justicia para la clase obrera empezaba a abrirse camino de tal modo que, en países como la antigua Unión Soviética, en 1936, se impuso por ley la jornada de trabajo de 7 horas diarias y 35 horas a la semana, con un mes de vacaciones remuneradas. Jornadas de trabajo que eran menores para determinadas profesiones y fijándose la edad de jubilación en los 60 años.
Hoy, mientras en Grecia machacan a nuestra clase, su gobierno reaccionario no duda en dar dineros públicos a mansalva a los grandes empresarios, a la OTAN y a la guerra.
Hoy, en pleno siglo XXI, y bajo el dominio de las grandes empresas como representantes del más duro sistema capitalista, se aumenta la edad de jubilación, casi se duplica la jornada de trabajo, se eliminan derechos... y se criminaliza el derecho a la huelga conduciendo al mundo a la más feroz dictadura del capital, el fascismo. Y a eso le llaman modernidad.
Pero si las grandes empresas, a través de los políticos de turno, pueden perpetrar todas estas tropelías contra la clase obrera en forma de leyes absolutamente criminales, es porque nuestra clase, la clase obrera, está desorganizada, dispersa y bajo la influencia ideológica de la clase dominante, la burguesía. Ideología que los sindicatos del sistema, CC.OO y UGT fundamentalmente, se encargan de trasladar a cada empresa, centro de trabajo o sector de la producción, para frenar, dividir e impedir la movilización de la clase obrera en defensa de nuestros derechos, es decir, para que aceptemos lo que nos imponga el capital. Ese es su papel.
Es muy importante recordar que, cuando en el seno del movimiento obrero predominaban los principios de la lucha de clases contra la burguesía y el capitalismo, la organización obrera era fuerte y el mundo era menos injusto y la clase obrera conquistaba derechos y mejores condiciones de vida.
Hoy, en el seno del movimiento obrero prevalece el oportunismo, la ideología del Capital, de la concertación social (que es el sometimiento de la clase obrera a los empresarios), del más vale un mal acuerdo, aunque sea perdiendo derechos, que organizarnos para luchar, por mantenernos y avanzar...
Hoy, el término sindicato de clase es obsoleto, lo moderno es ser un “agente social” que cogestione con los empresarios la explotación y la miseria de la clase obrera, y que los trabajadores y las trabajadoras sigamos perdiendo todos los derechos conquistados con sangre, sudor y lágrimas por la lucha de la clase obrera durante años.
Hoy, lo moderno, lo que aplaude a rabiar el capital y los reaccionarios medios de comunicación a su servicio, es perpetuar la explotación de trabajadores y trabajadoras, que cada día se aproxima más a la esclavitud... lo moderno es criminalizar la lucha de la clase obrera y perseguir el derecho a la huelga. Lo moderno es la represión contra la clase obrera.
Hoy, también, lo moderno es hacernos creer que el capitalismo puede tener un rostro humano, cuando la tozuda realidad nos demuestra que este sistema asesino nos lleva al suicidio colectivo como clase. Por eso es tan necesario que los sindicatos, más allá de la defensa de los derechos laborales, entendamos que tenemos que luchar para transformar la realidad.
Hoy, es hora de que rompamos con lo moderno y construyamos un mundo nuevo. Un mundo donde superemos este sistema de explotación capitalista que nos reprime y empobrece y que conduce a la barbarie al género humano. Lo que pasa hoy en Grecia mañana sin duda se extenderá a los demás países europeos, incluido el Estado español.
Es hora de hacer lo contrario de lo que se ha hecho durante estas cuatro últimas décadas. Únicamente mediante la lucha de clases contra la ideología del Capital y el desarrollo del sindicalismo de clase podemos invertir la situación. O nos organizamos para luchar juntos por el avance de la clase obrera, por la recuperación de derechos y por acabar con el saqueo de lo público que suponen las privatizaciones, o acaban con todo. Hay que defender lo público y ponerlo al servicio y bajo la propiedad de la clase obrera.
Hoy, más que nunca, es necesario fortalecer el sindicalismo de clase, es necesario desarrollar el instrumento que aglutine a los trabajadores y a las trabajadoras en una organización clasista de masas, y no solo a nivel de estado, también a nivel internacional. Por ello, es necesario desarrollar Alternativa Sindical de Clase (ASC), miembro de la Federación Sindical Mundial (FSM), organización compuesta por miles de sindicatos de clase en todo el mundo y que representa a millones de trabajadoras y trabajadores.
Este fortalecimiento del sindicalismo de clase permitirá que éste se abra camino en la sociedad y sirva para unir todas las luchas de la clase obrera, de los centros de trabajo, de todos los sectores de la producción, de los pensionistas y jubilados, de la juventud obrera, de la mujer trabajadora, de los trabajadores/as del campo, de los emigrantes... en una única lucha de clases contra la Patronal, su Estado y sus políticas que, como hemos podido constatar, nos conducen a guerras, deshumanización, empobrecimiento y muerte donde siempre perdemos los mismos: los trabajadores y las trabajadoras.
¡¡Toda nuestra solidaridad con la lucha de la clase obrera griega y con nuestra organización hermana PAME!!
¡¡Fortalece el sindicalismo de clase, afíliate a la Alternativa Sindical de Clase (ASC) y organízate con nosotros!!
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