La mayoría de los trabajadores asume que el despido es algo natural, algo que debe existir para el correcto funcionamiento de una empresa, una libertad del empresario que le permita obtener los máximos beneficios. Si un trabajador no rinde, se le despide. Pero, ¿qué pasa si el que no rinde es el empresario? ¿Y si su gestión es la que falla y no el desempeño de los trabajadores? ¿No sería coherente en ese caso que los trabajadores pudiéramos decidir prescindir de ese empresario?
Las leyes de este sistema permiten el despido en cualquier circunstancia. Las empresas usan el despido improcedente para despedir sin justificación, sin necesidad de argumentar nada, tan solo pagando una indemnización que, gobierno tras gobierno, ha ido siendo reducida cada vez más. ¿Qué pasa si una empresa no tiene beneficios porque los empresarios que la dirigen son unos ineptos? Pues que las leyes les permiten despedir trabajadores, aplicar EREs y entrar en concurso de acreedores. Un abanico de opciones para salvaguardar sus beneficios a toda costa, pero en ningún caso se permite prescindir del empresario que ha llevado a una empresa a esa circunstancia con su gestión, y que sean los trabajadores los que asuman la dirección de la misma.
Toda la legislación al respecto se basa en el engañoso concepto de propiedad de la empresa: el empresario es dueño de la empresa, por lo tanto puede hacer con ella lo que quiera. Para desmontar esta falacia, se puede ilustrar con un sencillo ejemplo.
Supongamos una empresa de servicios, en la que los trabajadores desarrollan aplicaciones informáticas para otras empresas. El software desarrollado por esos trabajadores es vendido a terceros, y con los beneficios obtenidos, se pagan, además de las nóminas, el alquiler de las oficinas, los equipos informáticos y los gastos estructurales (luz, agua, etc) , sin olvidar las suculentas ganancias de capital obtenidas de las plusvalías generadas por cada uno de esos trabajadores en cada jornada de trabajo y apropiadas legalmente por la empresa. Sin esos trabajadores, la empresa no dispone de ningún software que vender, pero el empresario no posee a los trabajadores, que ya no son esclavos (en su antigua acepción). Entonces, ¿qué es lo que realmente posee el empresario? ¿Por qué se considera lógico y natural que las decisiones sobre el funcionamiento de la empresa (salarios, contrataciones, despidos, inversiones, etc) las tome el empresario, si la empresa en realidad se sustenta en sus trabajadores? ¿Quienes deberían ser entonces los legítimos dueños de las empresas?