En el día de ayer podíamos leer en el periódico de extrema derecha, La Razón, en la sección de Economía, la opinión que tienen los empresarios y los grandes directivos de las empresas y sus aspiraciones. Os hacemos un extracto del citado artículo:
En definitiva, los empresarios y sus sicarios lo quieren todo para ellos. Quienes crean que el capitalismo tiene rostro humano y la más mínima humanidad, que miren cómo la clase trabajadora lleva retrocediendo inexorablemente a nivel planetario desde la década de los 80 del siglo pasado, y que miren las aspiraciones de los empresarios: que trabajes incluso siendo anciano, con un salario que te va a garantizar la pobreza, que del centro de trabajo –o de una esquina de una calle, pues de seguir así no tendremos otro lugar donde vivir– vayamos directamente al cementerio y, por supuesto, que ellos –los bancos, las empresas energéticas y las grandes fortunas– no paguen impuestos, y seamos los trabajadores y las trabajadoras las que con nuestros cada vez más miserables salarios, con nuestros impuestos, sufraguemos una sanidad y una educación cada vez más precarias y unos instrumentos de coerción cada vez más potentes, a la vez que se transfiera dinero público y más riqueza desde la clase trabajadora a los empresarios. Es a eso a lo que los empresarios, y sus sicarios, le llaman “libertad”.
Leyendo ese artículo, así como todas las publicaciones y opiniones de los empresarios, amplificadas por sus medios de comunicación, podemos ver la verdadera esencia de los empresarios.
A lo largo de las primeras ocho décadas del siglo pasado la clase obrera fuimos conquistando derechos y arrancando una vida mínimamente digna. La conquista de la cultura, de la jornada laboral de 8 horas diarias cinco días a la semana, del mes de vacaciones pagadas, del derecho a enfermar y poder estar de baja por enfermedad, el acceso a la cultura, al conocimiento, al descanso, a la educación y a la sanidad públicas, a un sistema de pensiones público que nos permitiera tener una vida digna en la vejez, etcétera, no fue fruto del humanismo de los empresarios, cualidad de la que carecen como estamos pudiendo constatar, sino de la organización y la lucha de la clase trabajadora, de la generosidad de nuestros antecesores, donde muchos de ellos incluso derramaron su sangre y entregaron sus vidas para que generaciones de obreros y obreras pudiéramos vivir con dignidad, pudiéramos estudiar y formarnos y no trabajando desde una edad infantil como pasaba con nuestros antecesores.
Mientras los integrantes de la clase obrera estuvimos organizados y movilizados desde posiciones de clase, los trabajadores avanzamos, y con nuestro avance fuimos llenando de humanidad y de humana justicia un mundo que, sin duda, era menos injusto. Cuando se impuso “la libertad” de los explotadores e impusieron su sistema salvaje sin oposición alguna desde la década de los 90 a nivel planetario, hemos podido constatar cómo ha repercutido en nuestras vidas y el significado que ha tenido la derrota parcial de la clase trabajadora en nuestras condiciones de vida.
La “libertad” que pregonan los empresarios es la libertad para robar, para expoliar, para explotar a los trabajadores y a las trabajadoras de manera inmisericorde y para sojuzgar a los pueblos del mundo a sangre y fuego. Con esa “libertad” de los empresarios vinieron sus marionetas y esbirros, los sindicatos del régimen pasaron a llamarse agentes sociales y a mamar de la ubre del Estado capitalista, de tal manera que de sindicatos pasaron a ser tigrillos domados al servicio de la Patronal que pregonan la paz social, que no es otra cosa que la subordinación de la clase obrera a los empresarios, la desmovilización y el individualismo, y ahí tenéis los resultados.
Es hora de romper con esta tendencia, la historia nos enseña cómo los trabajadores y las trabajadoras avanzamos y también cómo nos desguarnecen, nos desarman organizativa e ideológicamente y cómo sirve para que la clase obrera retrocedamos para que una minoría despiadada y egoísta, los
empresarios, se llenen los bolsillos de dinero a costa de nuestra precariedad y nuestra miseria –material y espiritual–, así como hacen que los esbirros que parasitan de este orden y colaboran en tamaña infamia contra la clase trabajadora se nutran de las migajas que los empresarios les lanzan.
¡Hay salida! Es mentira que valga más un mal acuerdo –un retroceso– que una buena lucha, lo que hay que hacer es fortalecer la organización para sostener la lucha, lo que hay que hacer es romper el aislamiento y el miedo para sostener una lucha unida como clase, que es la única manera que los trabajadores y las trabajadoras tenemos de avanzar. En el mundo sigue rigiendo la lucha de clases, y rige como nunca, y si tienes dudas lee el artículo al que hemos hecho referencia y verás como los empresarios aplican la lucha de clases hasta las últimas consecuencias, hasta dejarnos –dejarte– sin absolutamente nada. ¡Reflexiona y actúa compañero/a! ¡Aprendamos de la historia!
¡Fortalece el sindicalismo de clase, afíliate a la Alternativa Sindical de Clase (ASC) y organízate con nosotros!
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